23/5/09

Lo real, Lo aparente, Las mariposas, la vida y la muerte.

“Es necesario pensar en la incertidumbre porque nadie puede prever lo que pasara mañana o después de mañana. Además, ha resultado fallida para nosotros, la promesa de un progreso infaliblemente predicho por las leyes de la historia o por el desarrollo ineluctable de la ciencia y la razón. Nosotros estamos en una situación donde debemos tomar conciencia trágicamente de las necesidades de vinculación y de solidaridad, así como de trabajar en la incertidumbre”[1]



Bohr, Niels. Nació en Dinamarca en 1885. Matemático, doctor en física. Galardonado con el premio Nobel de física en 1922, por su investigación sobre la estructura de los átomos y la radiación que ellos emanan. Fue protagonista de una de las dos grandes revoluciones de la física en la primera mitad del siglo XX: la mecánica cuántica. La revolución cuántica fue una obra colectiva constituida a partir de las investigaciones de grandes genios de la época (Planck, Einstein, Bohr, Heisemberg, Pauli, Schrödinger), mientras que la otra revolución – la teoría de la relatividad – fue una creación personal de Einstein. El más conocido aporte de Bohr a la física cuántica, con trascendencia a otras disciplinas de investigación, fue el principio de la complementariedad: cuando una partícula (electrón o fotón) se comporta como una onda, no puede simultáneamente comportarse como un corpúsculo y viceversa, pero ambas descripciones resultan necesarias. Este principio permite unir nociones antagónicas para concebir los procesos organizadores y creadores en el mundo complejo de la vida y la historia humana. Bohr falleció en 1962.[2]




Multiplicidad, pensamiento complejo. Somos producto de una realidad que no comprendemos. ¿O nuestro producto es lo incomprensible y real? Existe la mínima unidad de materia, y otras que han dejado de ser tan mínimas. No existe el Arte[3] y la gente lo venera.

“Existen, (en cuanto que derivado del término latino existentia, el vocablo 'existencia' significa "lo que está ahí", lo que "está afuera")[4] y son aceptadas en el mundo occidental, 88, llamémosle figuras, (en un sentido general, en cuanto a la forma externa)[5], que nos han acompañando desde hace mucho tiempo.
Dichas figuras, establecen un código, que perfeccionado en mayor o menor medida a lo largo del tiempo, forman parte intrínseca de la Historia de La Humanidad, como tantos otros elementos, códigos, lenguajes…
Es incuestionable su utilidad, el servicio que nos prestaron, y seguramente, en un mundo tan complejo, tan avanzado, tan tecnificado, aún son estudiadas, comprendidas, y utilizadas.
Forman parte de una interpretación de la realidad. Son una creación del colectivo humano, y poseen sentido sólo para éste. Contemplan nuestro punto de vista, único. En mayor o menor medida, se las puede considerar creaciones Divinas, o simplemente hermosas.
Poseen 88 nombres propios, pero no vienen al caso. Son conocidas como constelaciones, o como “Conjunto de estrellas que, mediante trazos imaginarios sobre la aparente superficie celeste, forman un dibujo que evoca determinada figura, como la de un animal, un personaje mitológico, etc.….””[6]

Existimos, tanto o más que las constelaciones, y al igual que ellas, no tenemos propósito. Vivimos. Pero, ¿qué es vivir? ¿Qué es eso que llamamos vida? “Según Ortega y Gasset, vivir es encontrarse en el mundo, hallarse envuelto y aprisionado por las cosas en cuanto circunstancias, pero la vida humana, no es sólo este hallarse entre las cosas, como una de ellas, sino saberse viviendo. De ahí que siendo el vivir un verse vivir, la vida humana sea ya un filosofar, eso es, algo que la vida hace en el camino emprendido para si misma”[7]

Existimos y vivimos, además de tener vida. Ése es nuestro paradigma. “La vida no es ninguna
substancia, es actividad pura”[8] Tenemos los elementos que plantean el paradigma, y su complejidad. No demos nombre a eso que nos hace vivir, no limitemos los conceptos. Seamos conscientes que seguimos viviendo después de nuestra muerte física, si seguimos aquel viejo proverbio que reza “Un hombre en su



vida debe escribir un libro, plantar un árbol, y tener un hijo” Estamos viviendo en tres manifestaciones diferentes de la vida. Nietzsche diría “se paga caro el ser inmortal”[9], Heráclito encontraría esa inmortalidad en la mortalidad de nuestra carne, pero, nuestro árbol, no vive, simplemente está vivo. El vivir “no tiene naturaleza como las cosas que están ya hechas, sino que tiene que hacerse constantemente a si misma. Por tal motivo, la vida es elección”[10]

“Hay una diferencia de principio entre operar con la realidad orgánica, y comprenderla. Desde el punto de vista de la operación, la reducción a lo físicoquímico
no es sólo posible, sino inevitable. Desde el punto de vista de la explicación, es preciso hacer algo más que señalar algunas notas peculiares que definan la substancia orgánica frente a la inorgánica. Pues "no puede haber notas peculiares que definan la substancia orgánica frente a la inorgánica si no se adopta una cierta actitud mental (un cierto 'punto de vista') que permita destacar determinadas notas" (El sentido de la muerte, 1947, pág. 115)”[11]


Existimos, tenemos vida, y vivimos. ¿Qué es lo que nos hace vivir? Démosle un sentido ahora. Llamémosle razón, y comprendamos la realidad, imaginemos, y seamos conscientes. Preguntémosle a Augusto Boal[12], o a Aristóteles[13], y le llamaran “Teatro”, justificando en la imitación, la diferencia con los demás animales, justificando en la imitación, “el verse viendo, y el pensarse pensando”[14]. Kandinsky diría que es el arte[15]. El pensamiento occidental atribuye esa capacidad a la filosofía. ¿Y cuál es la meditación de la filosofía? “Platón señalaba ya que la filosofía es una meditación de la muerte. Toda vida filosófica, escribió después Cicerón, es una commentatio mortis. Veinte siglos después Santayana ha dicho que "una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte".(…) Ahora bien, tales proposiciones pueden entenderse en dos sentidos. En primer lugar, en el sentido de que la filosofía sea o exclusiva o primariamente una reflexión acerca de la muerte. En segundo término, en el sentido de que la piedra de toque de numerosos sistemas filosóficos esté constituida por el problema de la muerte. A nuestro entender, sólo este segundo sentido es plausible. “[16]



Existimos, tenemos vida, la vivimos, y filosofamos acerca de nuestra muerte. Pero, ¿cómo entender: “la belleza del amor, es la interpenetración de la verdad del otro en uno, de la de uno en la del otro, es encontrar su propia verdad a través de la alteridad”?[17] Debemos remitirnos a la concepción del hombre como “homo sapiens demens”[18], entender al hombre como un péndulo que busca su centro entre la creatividad, y el exceso de razón, la locura. Entender a ese hombre, y al ruido y desorden que lo subyugan. Sólo de esa manera, sólo atendiendo a la espiritualidad del hombre como ser, se puede comprender el aferramiento a lo intangible. “Estamos en una época de transición y de toma de conciencia de una carencia”, dice Morin, y nos remite a la incertidumbre. Es la incertidumbre la máxima expresión del caos. Caos entre vivir y vida, caos entre vida y muerte. Caos de todo sistema. La incertidumbre…

Existe el orden natural. Existe el caos. Existe la incertidumbre. Existen las mariposas, y nos afectan tanto como las constelaciones. Sin embargo, pesan sobre los hombros del homo sapiens demens, las responsabilidades de sus actos, ya que Dios ha muerto[19]. Sin embargo, no es el superhombre nietzscheano el que consciente, acomete sus actos, sino, el homo sapiens demens de Morin. ¿Cómo puede un péndulo, hablar del bien y el mal? ¿Cómo puede definir lo moralmente correcto, o lo naturalmente correcto, si su hoy anda en busca de un sentido?

La hegemonía del activismo y la praxis eliminaron la idea de sabiduría.[20] La naturaleza es y será selectiva, siempre sobrevive el más fuerte. No lo apoyo, no lo rechazo, pero, el orden natural está establecido. El hombre se debate entre lo moralmente correcto, y lo naturalmente correcto, lo éticamente correcto, y lo legalmente correcto. Considerar una opción no es viable. Implica rechazar otras, abandonar ideales, cuestionarlos, ser inmoral, y atentar contra el sistema, pero es necesario.

Existimos, tenemos vida, la vivimos, filosofamos, y morimos. Cada proceso tiene una etapa, cada proceso tiene un significado. Cada proceso implica una opción. Al momento de elegir, cada caso es único, y debe ser analizado con todas la variables que lo afecten. Al momento de elegir, cada caso es único, y debe ser analizado aislado. No puedo emitir una opinión directamente. Indirectamente ya lo he hecho.



[1] Morín, Edgar, Manual de Iniciación pedagógica al pensamiento complejo.
[2] Morin, Edgar, Manual de Iniciación pedagógica al pensamiento complejo.
[3] Gombrich, Ernst H. – Historia del Arte
[4] “Existencia” Ferrater Mora – Diccionario Filosófico
[5] Larousse – Diccionario Ilustrado.
[6] García Álvaro – El Arte
[7] “Vida” – Ferrater Mora, diccionario Filosófico.
[8] “Vida” – Ferrater Mora, diccionario Filosófico.
[9] Nietzsche, Friedrich – Así habló Zaratustra – En Prólogo de Andrés Sánchez Pascual
[10] “Vida” – Ferrater Mora- Diccionario Filosófico
[11] “Vida” – Ferrater Mora – Diccionario Filosófico
[12] El Arco iris del deseo – Augusto Boal
[13] Poética - Aristóteles
[14] El Arco iris del deseo – Augusto Boal
[15] Kandinsky, Wassily - De lo espiritual en el arte.
[16] “Muerte”- Ferrater Mora – Diccionario Filosófico
[17] Morin, Edgar, Amor, poesía, sabiduría.
[18] Morin, Edgar, Amor, poesía, sabiduría.
[19] Nietzsche Friedrich. Así habló Zaratustra.
[20] Morin, Edgar – Amor, poesía, sabiduría




Bibliografía

Aristóteles - Poética
Leviathan 2004

Boal, Augusto - El arco iris del deseo
Alba Editorial
Barcelona 2004

Ferrater – Mora - Diccionario Filosófico
Editorial Sudamericana
Buenos Aires 1964

Gombrich, Ernst H, - Historia del Arte
Editorial Debate 1997

Kandinsky, Wassily - De lo espiritual en el arte
Premia Editora S.A.
Tlahuapan, Puebla. Quinta Edición 1989


Morin, Edgar - Manual de Iniciación Pedagógica al Pensamiento Complejo -
Corporación para el desarrollo Complexus
Marco Antonio Velilla – Compilador
Unesco 2002

Morin, Edgar - Amor, Poesía Sabiduría –
Ediciones Trilce
Montevideo 1998



Nietzsche, Friedrich, - Así habló Zaratustra
Alianza Editorial
España 1997
Traducción de Andrés Sanchez Pascual

29/11/08

Despedazarse

Cuesta. Quitarse trozos de arriba que no son de nuo. Es muy complejo. Escucho Mum, we have a map of the piano. Publico en un blog, cosas que no debería recordar, y que, cuando vea dentro de un tiempo, me harán sentir como la persona redícula que soy.

0:00 el reloj me mira a la cara y se rie. otra historia más, un montón de partes que se tienen que ir descascarando. Los humanos somos así. Más cebollas que monos.

Hoy perdí una parte muy grande.

28/11/08

El Arte

Existen, (en cuanto que derivado del término latino existentia, el vocablo 'existencia' significa "lo que está ahí", lo que "está afuera")[1] y son aceptadas en el mundo occidental, 88, llamémosle figuras, (en un sentido general, en cuanto a la forma externa)[1], que nos han acompañando desde hace mucho tiempo.
Dichas figuras, establecen un código, que perfeccionado en mayor o menor medida a lo largo del tiempo, forman parte intrínseca de la Historia de La Humanidad, como tantos otros elementos, códigos, lenguajes…
Es incuestionable su utilidad, el servicio que nos prestaron, y seguramente, en un mundo tan complejo, tan avanzado, tan tecnificado, aún son estudiadas, comprendidas, y utilizadas.
Forman parte de una interpretación de la realidad. Son una creación del colectivo humano, y poseen sentido sólo para éste. Contemplan nuestro punto de vista, único. En mayor o menor medida, se las puede considerar creaciones Divinas, o simplemente hermosas.
Poseen 88 nombres propios, pero no vienen al caso. Son conocidas como constelaciones, o como “Conjunto de estrellas que, mediante trazos imaginarios sobre la aparente superficie celeste, forman un dibujo que evoca determinada figura, como la de un animal, un personaje mitológico, etc.”
Es muy complejo y atrevido seguir adelante. Es un punto de vista muy personal, muy subjetivo, muy propio de los factores que condicionan la realidad que me he creado, y de la que me ha sido creada, y de la mezcla subconsciente de éstas. Sin embargo, soy un estudiante, y si estoy cometiendo un error, puedo culpar un diccionario impreciso, o poco conciso sería el término correcto, al momento de definir una parte tan importante de la realidad. “…Trazos imaginarios; aparente superficie celeste; dibujo que evoca una determinada figura(…) mitológica”
Parece un poco atrevido, entonces, o quizás, demasiado atrevido, salir en busca de algo, siguiendo una guía tan clara, con respecto a lo que una constelación “es”.
Sin duda son reflejo de una, o varias épocas, donde el hombre se atrevió a interpretar una realidad de la que formaba parte. Y es precisamente por eso, que elegí las constelaciones como guía, como puntapié inicial para atreverme a caminar en dirección hacia lo desconocido, sin tener bien claro, debo admitir, si lo hago como excusa, o como recurso, si son mi estandarte, o un camino, bastante claro desde su señalización, a la perdición.


El hombre primitivo

(No el actual, sino el que se ha considerado primitivo desde siempre… no ése tampoco, el primitivo de verdad, el que rallaba en las paredes, y no de las iglesias, ni tampoco el que hace grafitis…)


El hombre (¿?) de las cavernas (¿?) también tenía cierta habilidad para utilizar trazos naturales, e imaginaba[i], y representaba ésos trazos como parte, como elemento, como soporte de una realidad, la suya. ¿Es atrevido conjeturar ya, que el “Hombre de las cavernas” utilizaba un proceder similar al del hombre que encontró en las estrellas, formas, basado en un proceder imaginario y mítico como componente, irracional[ii]?
Sin embargo, la diferencia es que esos artistas[iii] pudieron dejar en claro lo que imaginaban, pudieron representarlo, sobre el trazo original. Debieron aprender a calcular proporciones, a cubrir superficies, a mezclar sustancias, y a obtener colores, sabían de química y de física sin saberlo, conocían aglutinantes, empleaban diferentes técnicas, materiales…
Hace un rato me cuestionaba haciendo uso del poder de abstracción que generó las constelaciones, que haría Da Vinci, si al conectarse a internet, en nuestros días, pudiera leer todo lo que se ha escrito acerca de su “Mona Lisa”, las interpretaciones críticas, las científicas. Me preguntaba cómo reaccionaría al saber que alimentó a tantas generaciones con unos cuantos trazos, y menos de medio kilo en sustancias, quizás se sentiría honrado, quizás quemaría su obra por las interpretaciones erróneas. Pues bien, ¿qué sucedería con el “Hombre de las cavernas”?...
Es importante destacar que en éste punto, me parece más correcto llenar la hoja de bisontes y caballos que intentar seguir escribiendo en pos de una humilde definición, aunque a nivel personal, de lo que es el arte. Sería muy gratificante ampararme en la definición de artista del hombre de “las cavernas”, y empezar a llenar mi vida y la de mis contemporáneos, de Arte.
No pretendo llegar a tanto, aún. Si la humanidad no ha llegado a un consenso en tantos años de estudios y meditaciones, un joven como yo, no podría aportar demasiado. Cualquier creación artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos[iv]. Sin embargo, los bisontes, las constelaciones, y los grafitis tienen mucho más en común de lo que en un principio imaginé.
No estoy hablando de arte, estoy hablando de manifestaciones humanas. O lo que es peor, ¿estoy hablando de arte, pero no me atrevo a afirmarlo…? Por supuesto que no tengo la propiedad de poder siquiera mencionar las cuevas de Altamira, o las constelaciones, o siquiera los grafitis, y muchísimo menos las tres al mismo tiempo. Es demasiado complejo. Casi tanto como intentar interpretar a los primeros Pintores rupestres. Casi tanto como ser uno de los primeros Pintores rupestres, e interpretar la realidad, suma de la realidad que se crearon, y la que la naturaleza les creó.
En mi visión personal, en mi concepción, qué probablemente tenga puntos de contacto con alguna que conozco, o esté totalmente fundamentada en alguna que desconozco, el ser, el hombre, funciona como unidad, en cuanto a su búsqueda de un propósito, y su forma de moverse por el tiempo y el espacio.
No podemos funcionar aislados de nosotros mismos, aunque, la realidad nos distrae de nuestros propósitos. Hay quienes le llaman a esa distracción ruido[v], por ejemplo, yo opté por el término “circo” del latín “circus” (círculo) y en su sentido coloquial; “confusión, desorden, caos”, aunque confieso que me agradó, en un comienzo, la idea del circo romano como centro de distracción de masas.

Ésta concepción se construye a diario. Y cuando madure, caerá a tierra y será fulminada, tal como plantea Hegel, una conciencia deseosa de saber, que al alcanzar ese saber, concluye su camino de conocimiento.
Sin embargo, dentro de ésta, mi definición de arte reza más o menos así:

“El arte es una representación interna en cada hombre. Es la imagen plasmada de la ganancia con la que la realidad se ve amplificada dentro de cada artista”

Tomo representación como figura, imagen, sonido o idea, compuesta por el subconsciente, de la realidad existente, y de la que el sujeto toma, por formar parte o sentir una necesidad relacionada con su búsqueda de propósito. Subconsciente, está tomado como proceso interno, propio a sujeto pero ajeno a su voluntad.
El proceso físico, el cual es el resultado de un aumento de la ganancia, tanto de la luz, como del sonido, es la distorsión. Aunque, cabe destacar, en la luz, se advierten cambios primarios en cuanto al brillo y el contraste, y en el sonido, en cuanto a la modulación, éstos cambios, en la ganancia, el aumento, de la luz o el sonido original, son siempre distorsiones, deformaciones de un original.
Sin embargo, mi definición no alcanza la grandeza de la que habla del arte como una “habilidad que requiere un aprendizaje, y un dominio de una o más técnicas”, que pulula en diccionarios, enciclopedias y textos contemporáneos. Quizás simplemente no se lava tanto las manos. O seguramente, no pretenda ser una definición general, de una actividad procesada internamente, personalmente, en cada ser.
Si citamos “homo sapiens demens”[vi], la idea del arte como una distorsión no suena tan ilógica. Si tenemos en cuenta la definición de un arte imitativo, donde la “acción puede o debe ser representada mejor, peor o semejante”[vii], la distorsión de la realidad es permisible. En palabras de un artista contemporáneo, “Parece que las buenas ideas narrativas no surjan de la nada, planeando hasta aterrizar en la cabeza del escritor: de repente se juntan dos ideas que no habían tenido ningún contacto y procrean algo nuevo. El trabajo del narrador no es encontrarlas sino, reconocerlas cuando aparecen”[viii] También podemos entender como distorsión, la obra de W. Shakespeare, a través del prólogo de Inarco Celenio a la obra Hamlet[ix].
¿Sorprende el salto en el tiempo? ¿Alarma? En caso de ser así, pues, debe probarse, debe intentar quebrarse la teoría, en caso de no ser así, es que puede funcionar. Además, el definir un concepto de arte, que no sea general, pero tenga un trasfondo de real, en éste caso está apuntado a mantener bajo resguardo la obra de artistas como Murcof, el colectivo S.W.O.D., el danés Anders Trentemøller, y por qué no, para mí mismo.
Mi concepto no pretende ser universal, pero pretende ser un peldaño hacia el entendimiento del Arte, al menos para mí. Debe permitirme coexistir con los modelos que pretendo mejorar.
“El artista, cuyo objetivo no es la imitación de la naturaleza, aunque sea artística, sino que lo que pretende es expresar su mundo interior, ve con envidia cómo hoy este
objetivo se alcanza naturalmente y sin dificultad en la música, el arte más abstracto.”[x]
¿Qué sucede cuando nos enfrentamos al mundo, con mucho ruido tanto dentro de nuestras cabezas, como a través de nuestras manos? Probablemente intentamos establecer un código, un lenguaje, que pretende ser universal, pero que adquiere una dimensión personal en cada uno de quienes lo reciben. Probablemente tomamos las grietas de nuestras almas, y para el resto de la humanidad, en el mejor de los casos simplemente dibujamos bisontes. Para la mayoría, son tan sólo constelaciones, Trazos imaginarios en la aparente superficie celeste, un dibujo que evoca una determinada figura. “Cada cuadro guarda misteriosamente toda una vida, una vida con muchos sufrimientos, dudas, horas de entusiasmo y de luz. ¿Hacia dónde va esta vida? ¿Hacia dónde busca el alma del artista, si también se entregó en la creación? ¿Qué anuncia?”
Cito a Kandinsky, quizás porque la profundidad de su trabajo en relación a la pintura y la música, me conmovió, de la misma manera en que yo busco despertar a través de la música, a través del sonido, esa idea de que el arte está al servicio de la vida, y no al revés.

Cabe aclarar que hablar de producción, de IDM[xi], de música electrónica, de música experimental, quizás no concuerda con el título que precede éste trabajo, pero, cada vez se afirma más como único válido.

“La representación no es necesariamente arte, pero no por eso es menos misteriosa.”[xii] Pero, el concepto utilizado por Gombrich, refiere a la representación en términos de ilusión, de lectura múltiple de un mismo hecho, de interpretaciones diferentes. Sobre éste concepto, Gombrich plantea la complejidad de la comprensión del arte, tomando en cuenta el proceso que sufre la estética en la primera mitad del siglo XX, donde se abandona la idea de la “representación convincente”, lo que se puede interpretar como la idea de que la humanidad atravesó una especie de evolucionismo, donde los egipcios utilizaban su método, porque no conocían uno mejor, porque no podían pintar mejor. De ahí es que se plantea que la ilusión es un hecho rudimentario, simple, y es donde de manera magistral Gombrich demuesra todo lo contrario a través de ejemplos claros y sencillos, planteando así la importancia de la psicología en el estudio del arte.
¿Cómo debemos proceder al momento de interpretar las sensaciones provocadas por una pieza musical, de cualquier tipo? Y aquí es donde el rechazo rotundo afirma la postura de Morin de Homo sapiens demens, por parte del espectador, y la de Kandinsky “La eliminación de los sonidos internos, que son el ser de los colores, la dispersión de las fuerzas del artista en la nada, es *(en este caso el resultado de) el arte por el arte”, por parte del artista.
Sin embargo, sin ir al “arte por el arte” pensemos en el efecto provocado por esa pieza. Sin dudas será diferente en cada persona, así como lo son los tonos en una pintura para el ojo de cada receptor. Las emociones provocadas serán diferentes, determinadas por elementos propios a cada sujeto, pero por supuesto, el hombre es un animal social, también habrán comunes.
En pocas palabras, la música calma, calma a las fieras, y a nosotros también. Solo basta tener acceso a cualquiera de los álbumes compilados para prácticas como el reiki, información acerca del efecto Mozart, y entenderemos perfectamente eso…
Si a esto sumamos que a los primeros pintores rupestres y a nosotros nos separan unos pocos miles de años, traducibles en unos cuantos cientos de generaciones, ¿no formamos parte del concepto Hombre primitivo? ¿No vivimos en una época donde el concepto de sabiduría está ausente[xiii], el vértice se volvió la base del triángulo[xiv], y donde el arte se vulgarizó tanto que parece no existir[xv]?
Quizás el arte hoy en día esté en una búsqueda concienzuda de nuevas constelaciones, las cuales no son arte, pero ayudan a encontrar un destino, un lugar en el mundo, y clama por la humildad de pintar bisontes con tierra de colores. Pero de todas formas, el “estar” es completamente diferente del “ser”.




[i] Ferrater Mora - Diccionario Filosófico: Imaginación
[ii] Edgar Morin - Amor, Poesía, Sabiduría.
[iii] Ernst h. gombrich - Historia del Arte
[iv] Wassily Kandinsky - De lo Espiritual en el arte
[v] Edgar Morín - Amor, Poesía, Sabiduría.
[vi] Edgar Morin - Amor, Poesía, Sabiduría.
[vii] Aristóteles - Poética
[viii] Stephen King - Mientras escribo
[ix] William Sheakespeare - Hamlet Traducción y crítica Inarco Celenio
[x] Wassily Kandinsky - De lo espiritual en el arte
[xi] Intelligent Dance Music
[xii] Ernst H. Gombrich - Arte e Ilusión
[xiii] Edgar Morin – Amor, Poesía, Sabiduría.
[xiv] Wassily Kandinsky - De lo Espiritual en el arte
[xv] Ernst H. Gombrich - Arte e Ilusión

7/12/07

Detalles

El agotamiento se había vuelto una razón más para perder la vida.
Sin fuerzas, golpeó contra el filo de una brillante puerta transparente y casi sin desearlo entró al edificio.
Todo parecía nuevo, aunque cada día había estado ahí. Las personas iban y venían, y el abrirse paso no era tan complicado.
El aire se volvió más pesado, dejando de entrar generosamente al cuerpo, el calor se volvió insoportable.
Un par de giros, algún tropezón, y una escalera apareció en medio de una pared que reflejaba el alma. Un escalón se convirtió en reposo, y el frío del mármol pareció atenuar la presión que la sangre ejercía, que pareciera intentar romper cada vena, cada vaso de su cabeza. Los ojos se volvieron una carga, y el reposo, un recuerdo.
El borde de una moquet, parecía un destino lejano, tan solo a un par de escalones más arriba. El primer piso daba comienzo a un nuevo mundo donde las pautas seguían siendo las mismas, y donde nada podía hacer que el tiempo dejase de ser una carga que atraía su cuerpo al gigantesco suelo.
Ya no podía soportar el movimiento de su cuerpo, y se dejó de enfrentar la vida por un instante.
Su masa corporal se convirtió en un bólido hacía una pared cercana, pero antes de que se cuerpo tocara el suelo, como antes había sucedido en la escalera, una ventana cercana pareció ofrecerle un regalo que hasta ese momento no había deseado.
El contacto fue inevitable pero silencioso. El suelo casi flexible, o la delicadeza y la suavidad que la habían acompañado desde joven, transformaron el momento en una prolongación del silencio que cargaba a cuestas.
Respiró. Abrió los ojos por última vez e hizo que su alma casi revolotease los pocos metros que la separaban de la ventana con todo el dolor que significaba moverse.
Cerró los ojos.
Sintió como iba perdiendo el control sobre si misma.
Dejó de sentir
Dejó de respirar.
Su cuerpo sin vida se apoyó sobre el cansado marco de la ventana, pero no fue suficiente para impedir una caída.
Su cabeza pareció marcarle rumbo a su cuerpo, que casi giró completamente antes de salir del edificio.
Quizás nadie adivinase la imagen guardada en sus ojos. Quizás nadie se preguntase cuan pesado era el aire que había guardado en sus pulmones.
De seguro no. El mundo es muy rápido para detenerse en detalles.
Quizás nadie notaría su hermoso cuerpo en la calle ese mismo día.
Nadie
Porque, ¿quién se pregunta de que mueren las mariposas?

Los inmigrantes


Los inmigrantes habían llegado a la isla hacía muchisimos años. Viejos pescadores, soñadores compulsivos, amantes del buen vino y de las noches despejadas, habían aprendido a querer sus costas, a respetar sus aguas traviesas, y a condimentar respetablemente sus peces.
Todos sabemos lo que pasa con las migraciones. Familias separadas, sueños rotos y sueños nuevos. Vidas quebradas, nuevos comienzos, todo se mezcla. Todos sabían a lo que se enfrentaban, excepto uno.
Nadie lo había notado al subir, escondido vaya a saber uno en que caja, en que valija, o quizás, simplemente deslizándose por el suelo, a oscuras, sin que nadie lo notase, sin que nadie se sorprendiese de verlo.
Cuentan los más viejos que todavía era joven cuando encontraron la isla, y se cree que justo donde el pasaba las tardes, mirando el atardecer, era donde su barco había apoyado la quilla, después del naufragio. Los viejos sabían que el capitán del Reflejo era obstinado, y que había prometido llevarlos a todos a un nuevo mundo, donde pudieran escapar de la peste.
Sin embargo, nadie sabe por qué él, siendo tan joven se atrevió a cruzar el océano sólo. Lejos de todo lo que había conocido, se atrevió a echar raíces en la isla, y a enfrentar una tierra arenosa que sus parientes nunca conocerían. El agua salada lo hacía más fuerte, y el sol lo tornó más oscuro, sin embargo, nunca dejó de mirar un atardecer en esa playa. En ese mismo lugar.
Los más viejos le tenían cariño, admiraban la fortaleza que el tenía. A pesar de las lluvias, el rendía tributo al sueño que ellos habían tenido hacia muchos años al llegar a esa tierra, y los más jóvenes solían ir a jugar con él. No se molestaba por nadie, no lo inquietaba nada. Permanecía perdido en sus atardeceres, en sus amaneceres, en sus días y en sus noches. Era más joven que los viejos, y más viejo que los jóvenes, pero él seguiría ahí muchísimo tiempo después de que los jóvenes dejaran esas playas en busca de otros destinos, con sus mujeres y sus hijos. El moriría sobre la misma arena sobre la cual se había enraizado, sólo, sintiendo afecto, y brindando sombra a quien se sentase bajo el tronco del viejo y retorcido árbol de la playa.


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